Apreciada Cofradía de la Santa Vera Cruz, Hermandad de Jesús Nazareno
y Ntra. Sra. de las Angustias y público en general: Buenas tardes-noches.
El pasado día 2 de Febrero, fiesta de la Presentación del Señor
-subrayo la fiesta por lo que diré más adelante- me llamó por teléfono José de
Frutos, para proponerme ser pregonero de la Semana Santa, quedé confuso, pues, todo
lleva su tiempo, pero él insistió, me hizo reflexionar; en otro encuentro,
seguía con mis dudas, pero Pepe erre que erre, ya te he propuesto y tu
"p'adelante". Luego recibí la llamada del Sr. Concejal de Cultura,
promotor de este evento, y aquí estoy dispuesto a que todos celebremos la
Semana Santa con solemnidad y participemos unos y otros en todos los actos,
también en la "Marcha Pro-Semana Santa", pasado mañana, día 13 y el
Jueves Santo en el Tálamo.
Pero, en mí retumbaban las palabras del anciano Simeón, cuando los
padres presentaron al Niño para cumplir la Ley, dirigiéndose a la Virgen.
"Mira, este niño va a ser motivo de que muchos caigan o se levanten en
Israel. Será signo de contradicción" (Lc 2,34). Mira por donde, ese es el
miedo que tengo yo, ser signo de contradicción, ya que la misión de pregonero
es anunciar las manifestaciones de fe que desfilan por nuestras calles y
olvidar lo que se celebra en los templos, siendo la Liturgia el culmen de la
vida de los creyentes y de ella dimanan las procesiones y de éstas volver a un
conocimiento pleno de Jesucristo. Con ello no quiero, ni mucho menos, un
enfrentamiento entre Liturgia y piedad popular, tampoco de equiparar o de
sustituir, máxime, cuando ambas buscan una relación, armónica, venerar, adorar
y amar a Cristo y su Santísima Madre, yo mismo cuando vine a Béjar , me
encontré que no había Semana Santa, al no haber procesiones, cuando lo correcto
es decir, en los templos sí se celebraba, pero no había manifestaciones de fe.
El hilo conductor del Pregón, va a ser este canto, de ahí el elevar la
voz: "Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación del
mundo. Venir a adorarlo". Es la Liturgia del Viernes Santo, ya que encaja
perfectamente con las dos formas de manifestarse los fieles.
Comenzamos las procesiones con la de la Borriquilla el Domingo de
Ramos, sale de la Parroquia de San Juan Bautista, muchos van a ver, juzgan el
desfile, se quedan en eso, cuando lo importante no es que Jesús va en la
Borriquilla, sino lo que aclama el pueblo, "Hosanna al Hijo de David,
bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en las alturas" (Mt
21,9). Se aclama al Señor como Mesías-Rey, que él, ante Poncio Pilato matizará:
"Mi reino no es de este mundo", pero la entrada en Jerusalén es
fundamental, de ahí que se deje aclamar y vitorear, luego oiremos en la lectura
de la pasión el grito: ¡Crucifícale!
Lunes Santo: Vía Crucis, yo os invito a que no seáis espectadores, hay que hacer el camino, sean con las 14 estaciones tradicionales o las del Evangelio, que utilizó Juan Pablo II, por primera vez el Viernes Santo de 1991, o bien otro que se confeccione, tengo que resaltar, como en el tradicional, 7 estaciones son producto de la piedad popular y como el pueblo ha introducido vacíos que no relata el Evangelio, y la imaginería ha plasmado, como en su momento comentaré, meditar el dolor nos ayuda a reconocer nuestras carencias y pecados y si somos valientes como la Verónica, seremos iconos de Jesús.
Martes Santo: Procesión de Ntra. Señora de la Soledad. María, desde
que Jesús dejó la carpintería para anunciar el Reino de Dios iba a estar sola,
en alguna ocasión aparecía, pero ya sabemos lo que Jesús respondía ante un
piropo: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y
la cumplen". (Lc 11,28) recordaría la profecía de Simeón. "Una espada
te atravesará el corazón" (Lc 2,35). Aquí, hay un peligro, mirar el manto,
adornos y cómo van los que desfilan, os invito a meditar las palabras de Jesús:
"Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por
vuestros hijos" (Lc 23,28) que son los que mueren en las pateras, el
genocidio permanente de África, los niños de la calle en Latinoamérica, los
prostituidos en Asia y también por todas las víctimas del terrorismo, como hoy hemos
recordado. Llorar, bien, actuar y denunciar, mejor.
Miércoles Santo: Celebración de la Eucaristía, promesa de silencio
durante el desfile, sale de Santa María, Jesús cargado con la cruz, imagen muy
venerada en Béjar, pido a los hermanos en ese recorrido silencioso y a los
espectadores, no quedarnos ahí, sino recordar las secuencias de la película
"La Pasión", son fuertes, duras, pero reales, ¡cómo abrazaba el
protagonista la Cruz! ¡Qué logrado! Invitan de veras a la adoración.
la de las tocas moradas;
clávame tus siete espadas
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía
Aquí, mi torpe mejilla,
quiero ver si se retrata
esa lividez de plata,
esa lágrima que brilla.
y tus gozos de Belén:
"No, mi Niño, no. No hay quién
Y rayos tibios de luna
entre las pajas de miel,
le acariciaban la piel
sin despertarle. ¡Qué larga
es la distancia y qué amarga
de Jesús muerto a Emmanuel!
Viernes Santo: Iniciamos el Tríduo Pascual, núcleo de toda la
celebración litúrgica de la iglesia, es la contemplación de la muerte,
sepultura y resurrección del Señor, no son diversas fases de un solo misterio,
sino como aclamamos en cada celebración eucarística: ESTE ES EL SACRAMENTO DE NUESTRA
FE, POR TU CRUZ Y RESURRECCIÓN NOS HAS SALVADO SEÑOR. Ahora bien, lo dividimos
en tres actos para sensibilizar a los fieles, el misterio PASCUAL, es decir,
paso de la muerte a la vida: el viernes la PASIÓN del Señor, viernes-Sábado
SEPULTURA, sábado-domingo RESURRECCIÓN; todas las parroquias celebramos el
fundamento de nuestra fe, de ahí dimana la escenificación de los seis pasos que
desfilan ese día por nuestras calles de la Parroquia de San Juan denominado:
entierro del Señor.
Oración del huerto: oración intensa de Jesús, sus íntimos, Pedro,
Santiago y Juan duermen, Judas viene a entregarle, Él se dirige al Padre.
"Si quieres aleja de mí esta copa de amargura; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya" (Lc 22,42), también podía sentir lo que la Liturgia
pone en su boca: Elevó la voz. "¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te
he ofendido? Respóndeme".
"No pido el laurel que nimba el talento,
ni las voluptuosas
guirnaldas de lujo y alborozamiento.
¡Ni mirtos, ni rosas!
¡No me des coronas que se lleva el viento!
Jesús Nazareno: Una vez concluida la mofa por los soldados, Pilato
presentó al Jesús al pueblo diciendo: ¡ESTE ES EL HOMBRE!, Intentó salvarle,
pero la cobardía, el miedo a perder el poder, sabiendo que era inocente, se lo
entregó: "Jesús, llevando su propia cruz, salió de la ciudad hacia un
lugar llamado La Calavera (Jn 19,17). Tengo que recurrir a la Liturgia, la gran
desconocida, para iluminar el paso siguiente.
La Caída, "Ablándate madero, tronco abrupto de duro corazón y
fibra inerte; Doblégate a este peso y esta muerte que cuelga de tus ramas como
fruto". El vía crucis tradicional nos relata tres caídas, una vez más la
piedad popular suple vacíos que no narran claramente los evangelios, pero que
el Señor iba bamboleándose es una realidad al recurrir al Cirineo; contempla la
cara de dolor y los ojos de esta escultura a lo alto.
El Calvario: magnífica escultura de nuestro paisano González Macías,
gritad conmigo:
¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
Se cierra el desfile con El Yacente: Dice A. Camus: "Cristo vino
a resolver dos problemas principales, el MAL y la MUERTE, que son precisamente
los problemas de los rebeldes. Su solución consistió en primer lugar en hacerse
cargo de ellos, por eso el Dios hombre sufre con paciencia. Ni el mal ni la
muerte le son ya absolutamente imputables, ya que Él mismo es destrozado y
muerto" (El rebelde). Es decir de muchos, Dios ha muerto, Dios no existe,
pero a Camus y seguidores le podemos decir: La noche del Gólgota ven
desaparecer a Dios en la cruz, pero no ven la muerte de Cristo elevada en Dios,
como dice San Pablo: "Cristo ha vencido a la muerte y al pecado".
Esto es lo que celebramos cada domingo en la EUCARISTÍA: Sacramento de la
Pascua del Señor, memorial de su muerte y resurrección.
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre".
Jacinto García Hoya